lunes, 22 de octubre de 2012

Uno


Hemos despertado para encontrarnos sumidos en la oscuridad del bosque, escribió el Dante.

Mi bosque es de árboles altos, de robles y araucarias forradas en musgo. Hay helechos y plantas con espinas. Se escucha el murmullo de aguas que corren entre piedras, puras y alborotadas. Cantan aves que no veo. El camino es incierto, siento el crujir de las hojas bajo mis pies. Huelo la humedad y se me enredan las telas de arañas que temo más que a nada.

Por un momento quise que me acompañaras en esta oscuridad. Pero cuento con la fortaleza de saberme solo, de saberme uno en medio de todos. Me conozco. Te conozco. Se lo que puedo pedir y lo que puedes dar.

Tiempo  atrás me supe solo en medio de  corderos que corren apretados hacia el matadero. Me vi entre gentes apuradas por ganar un espacio en el rebaño, urgidos por dejar de ser uno y volverse muchos, a campo abierto y a pleno sol.

Me cansé de seguirlos. Me vi en los rostros de otros, cual espejos de mis defectos y virtudes. 
Acepté mi uno. Me encaminé en otro sentido, detrás de ideales.   Dejé las recetas mágicas escritas por corderos instruidos, y me volqué hacia la búsqueda de un conocimiento distinto, mío.
En penumbra devoré libros,  puse atención a sueños e intuiciones, tiré de la madeja de preguntas y tejí algunos mapas para andar mi bosque.

He despertado para encontrarme sumido en la oscuridad del bosque.

Ahora, si pudiera regalarte algo,  sería soledad. Para cuando despiertes en tu bosque.

No hay nada más completo que sentirse uno.


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