El edificio
tiene dos ascensores. Vive solo, en el piso once. No tiene pareja ni anda
buscando. Su vida es tranquila, rutinaria pero agradable. Le gusta su soledad. Una
mañana, dos pisos debajo del suyo, el ascensor se abre. Sube ella. La mujer más
linda que ha visto. Durante semanas se encuentran a diario y conversan el corto
trayecto abajo. Sin nombres. Ella lo hace reír. Fantasea con ella y su
compañía.
Cuando por fin decide invitarla a salir, ella ha dejado el edificio. Regresa cabizbajo a
su rutina solitaria, sin volver a conversar con nadie en el ascensor.
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