Todos los días se miden igual.
Reloj, hecho para
uniformar
como otras creaciones humanas
útiles y
aplastantes.
Cada jornada tiene la misma cantidad de horas.
Pero muchos sabemos, o al menos presentimos,
que no todos los días miden lo mismo.
Si mis cálculos son correctos,
este año cumpliré alrededor de trece mil
ochocientos días
fuera del útero de mi madre,
es decir, luchando.
Algunos de mis días parecieron eternos.
Tardes estirándose al ritmo de las olas.
Horas de lectura, bicicleta y fantasías de niña.
Otros días parecieron muy breves, frágiles, como a
punto de romperse.
Como cuando murió Elisa.
Un lavamanos, sus manos tomando suavemente las
mías,
una puerta con pestillo, ella no se despidió.
Estoy convencida.
El tiempo vivido depende de cuan intenso el
sentimiento.
Un minuto de miedo puede sentirse como una hora.
Un segundo de felicidad puede alargarse,
repetirse, ondulante, hasta la muerte.
Recuerdo muchas jornadas felices, aunque breves.
Suficientes para hacer una vida plena.
De los días oscuros y fríos como cavernas
no diré nada.
Mis hijas nacieron de noche.
Recuerdo los días siguientes como los más largos y felices de mi vida.
Quien ha parido sabe que no hay magia, ni Dios, ni
visión
que se compare a ese primer contacto,
cuando los sentidos no alcanzan para revisar,
observar y reconocer al humano que
salió de uno.
Ese día la sensación de soledad, alegría,
responsabilidad, gratitud,
es tan abrumadora que la mayoría de las madres
brilla y llora.
Como si el reloj no avanzara.
Como si las horas no existieran.
Como si el reloj no avanzara.
Como si las horas no existieran.
Tampoco se olvida el día que por primera vez nos
enamoramos,
si es que tuvimos la suerte de ser arrasados, atropellados por el
amor
en menos de lo que tarda el sol en meterse al mar.
Yo tuve esa dicha y ese día lo guardo como un
tesoro
que jamás trucaría.
Cómo puede una jornada de logros
durar lo mismo que una de fracaso?
Quién diseñó semejante tontera?
Por qué hay días cargados de rutina,
mientras que otros no alcanzan para tanta
sorpresa, celebraciones, amores?
Por qué ese día en que, por azar,
conocemos a quien nos cambiará la vida
se termina perdiendo en un cúmulo de días apiñados
en un calendario?
Por qué algunos días no guardan nada,
mientras otros se aprietan como pueden en fotos
llenas de risa,
o traen hijos, amigos, amores?
El tiempo que demora el sol en viajar
de un lado a otro, es también nuestro tiempo?
Mi tiempo seguirá transcurriendo a mi manera.
Borrando días como si nunca existieron.
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