Ansío hablar, pero no nace sonido alguno de mi boca:
la voz viajó a mis manos, convertida en suave guante que toca el
silencio,
tan mío que se ha vuelto amigo, costumbre, piel y hogar.
Desde que escribo no corro ni desespero,
desde que escribo me calmo y sereno,
modero y suavizo.
Desde que escribo, no temo.
Los que escribimos, dibujamos sonidos.
ResponderEliminarLos que nos leen, les dan voces distintas.
Que lindo esto. Escribir se transforma en una voz que traspasa los tiempos, perdura más allá de nuestra existencia, la voz se torna innecesaria y las letras se trasnforman en sonidos, no mueren, son eternas. Lindo, lindo. Un abrazo.
ResponderEliminarSabía que uds entenderían, porque escriben
ResponderEliminarabrazos a los dos