martes, 23 de septiembre de 2014

Anaranjarse como es debido

No me gusta el naranjo, salvo al atardecer
cuando el cielo revela sus colores  
y desde mi jardín, pies en tierra, ojos atentos
sigo al este el cielo oscuro contra un chilco que brota,
al oeste la estela del sol cansado contra la silueta chascona de mis abedules,
en el centro el canelo, alto e inmóvil apuntando al cielo
como ordenando "míralo".

Últimos pájaros cruzan gritando las buenas noches
y se confunden con juegos de niños que adivino detrás del muro.
Desde la carretera llega rumor de motores
y pienso en los que viajan apretujados, en alguna ciudad grande
mirando sin ver edificios lastimeros y grises
que nunca cambian ni se anaranjan como es debido;
en los que conducen a esta hora, agotados y solos,
que tal vez no tienen un jardín lleno de aromas
o si lo tienen no lo observan porque perdieron la costumbre.
Porque perdieron el asombro.

Quise decir simplemente que, cuando el horizonte se inflama
reviso mi día y sí, puedo decir que fue una buena jornada
para agregar a mi registro de naranjos.


5 comentarios:

  1. Me gusta el remate: "y puedo decir que fue una buena jornada
    para agregar a mi registro de naranjos."

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  2. son lindos esos naranjos!!!, romantica la descripción del jardín. Suspiré.

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